martes, 29 de junio de 2010

El País de Miquelarena

Un país de Antonio Machado, García Lorca y Miguel Hernández que envía a Eurovisión una canción que dice “¡...Uouo!” no es un país serio, partamos de ahí. Que parece aullido ante el drama de más de 4 millones, camino de 5, de gente sin curro, con un Gobierno que cada día nos da un susto que ya ni sabemos a qué edad nos podremos jubilar (¿para qué?), y una oposición que parece (quiere hacer creer) que sus siglas PP no son las del Partido Popular sino las del Partido del Proletariado, la derecha defendiendo (haciendo como que) a trabajadores, pensionistas y derechos sociales. Lo nunca visto, oiga.
Un país con un Tribunal Constitucional al que tododiós le reclama que ya es hora de tomar decisión sobre el Estatut de Catalunya y tiene tres (¿cuatro?) de sus miembros en fuera de juego (caducado su mandato y sin sustituir) y con un presidente de la patronal que tiene sus empresas hechas unos zorros y a sus empleados siete meses (o más) sin cobrar, no puede andar por Europa aparentando seriedad.
Aquí, el asunto, la cosa, es que hemos vivido un cuarto de siglo en la creencia (interesadamente alimentada) de que esto era jauja, el me-río-de-Janeiro y el por mí como si te la machacas; yo soy el carpintero que está arreglando esta garita, a cuenta de las millonadas que llegaban de Europa.
El país (algunos) recibió millones a paladas y como es costumbre muy bien, pero que muy bien, repartidos; la Duquesa de Alba, un ejemplo, dueña de media España y recibiendo al día más de un millón de pesetas (400 al año) de ayudas a la agricultura, que lo sabía pero no lo digo yo (Álvaro Tizón, La nobleza subvencionada, 30 mayo 1999) y la leche (¡la leche!) a 27 céntimos al ganadero (menos que hace 20 años), y ahora unos sindicatos que convocan una huelga general a cien días vista. La risión.
“¡Esto es la escojonación!”, que decía con razón el inolvidable Luis Ciges, el-mejor-peor-actor-del-mundo (Jorge Nagore, all rigths reserved), el país de la chapuza, el del ténte mientras cobro y el que venga detrás que arrée. Hace ahora unos tres cuartos de siglo, Pedro Mourlane Michelena (bidasotarra, claro) le decía a su amigo bilbaino Jacinto Miquelarena aquello de “¡qué país, Miquelarena, qué país!”, a lo que luego alguien añadió la feliz coletilla del “¡qué paisaje...y qué paisanaje!”, y seguimos igual. Somos la reserva cachonda de Occidente. 

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